Gedeón, Fe y
Victoria (Jueces 6-8:35)
Sermón Dominical 15 de Marzo de
2015 / Pr. José Luis Orellana Durán
Introducción
La
guerra entre el género humano siempre ha resultado en enormes tragedias,
pobreza, masacres, e incluso, como vemos el día de hoy con nuestros hermanos en
Oriente Medio, en horripilantes aniquilaciones de pueblos, en este caso de los
cristianos; donde centenares de familias están siendo aniquiladas por la fuerza
del grupo demoníaco de ISIS. Persecución, hambre, asesinato, destrucción, etc.
Cualquier palabra que le produzca terror puede ser contada entre las que
describen las guerras.
Ante
tal experiencia, aquellos que han crecido en la fe en Jesucristo, se pueden
preguntar ¿Dónde está el Dios de las maravillas que narra la Biblia? ¿Por qué
el Dios de nuestra Salvación no actúa en medio del horror contra su pueblo? Si
observamos la historia de Israel, un pueblo que ha sufrido desde su nacimiento
muchas desgracias, encontraremos que Dios ha sido protagonista de multitud de
liberaciones, que Dios amó, ama y seguirá amando a su Pueblo, que no le retira
en ningún momento su mano extendida para la salvación.
Igualmente,
si llevamos el caos a nuestra vida: incertidumbres, depresión, problemas,
circunstancias difíciles, enfermedades etc., también podemos vivir una guerra
trágica, sin saber por qué ocurren las cosas, pero que nos llevan a un camino
de derrota, miedo, desesperación y decepción.
A
veces las cosas aparentemente pasan sin razón alguna, pero hemos de recordar
que tenemos un enemigo, un ser que no quiere vernos en victoria, felices, con
ganas de vivir, más bien nos quiere ver hundidos hasta el cuello para producir
en nosotros la duda y la rebeldía hacia nuestro Dios.
El
cristiano debe entender que todavía está en un mundo que no está glorificado.
Un mundo donde, de parte del Diablo o, a veces, por nuestras propias acciones,
nos vemos enfrascados en la incertidumbre y el miedo. Sin embargo, hay una
buena noticia: DIOS ESTÁ CON NOSOTROS.
Y si nosotros tenemos fe en Él y somos obedientes a sus mandatos, Él estará con
nosotros en la batalla y nos dará la victoria final. (Romanos 8:31)
Gedeón, de
la desconfianza a la obediencia
La
historia de Gedeón nos muestra un ejemplo de alguien que en medio de las
circunstancias tenebrosas le creyó a Dios y obtuvo la victoria. No fue fácil
para él, que en medio el dolor de su casa y de su Pueblo tuvo que tener una fe
ciega en el Señor, caminar con él, someterse a sus mandatos y reconocer que en
medio de cualquier situación difícil el Señor le daría el triunfo.
Después
de los cuarenta años de paz que obtuvo el pueblo de Israel por medio de Débora,
Israel se olvidó de Dios y eligió la idolatría. Levantaron templos al dios
Baal, ofreciendo sacrificios y abandonando la fe en el Señor que los liberó de
la esclavitud de Egipto. Los pueblos enemigos de Israel no tardaron en hacerle
cerco. La escritura dice que los madianitas, enemigos del Pueblo, asolaron a
Israel durante siete años, robando sus cosechas y destruyendo sus pueblos.
Israel tuvo que huir de la Tierra que Dios le dio y refugiarse en cuevas con un
gran miedo, indefensos, aterrados. (Jueces 6:1-6)
Gedeón
era un israelita humilde, el menor de la casa de su padre, un ser casi
insignificante, pero tenía cualidades más grandes que cualquier otra persona de
su Pueblo, lo cual Dios vio. Dios envió a su ángel para encomendarle la tarea
de liberar a los suyos frente a los horrores de los madianitas, pero Gedeón
dudó ante tal experiencia, turbado por la amargura contestó: “Perdón, señor,
pero si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos sucede todo esto? (Jueces
6:11-13)
¿Tenía
Gedeón razones suficientes para reclamarle a Dios? Su padre había perdido la fe
y construyó altares a Baal, sus hermanos mayores habían sido asesinados por sus
enemigos, vivía con miedo, sometidos por un pueblo opresor. Gedeón pensó como
cualquiera de nosotros podíamos pensar ante tales circunstancias, pero después
de la visita del ángel del Señor, el camino desde la amargura hacia la fe que
le daría la victoria comenzó.
Después
de que el Señor le mostrará algunas señales, Gedeón creyó en su cometido y se
dispuso valientemente en las manos de Dios. Comenzó purificando a su pueblo de
la idolatría, derribando los altares paganos y construyendo un altar al
verdadero Dios, ofreciendo sacrificios gratos a Él. En medio del tumulto, el
pueblo de Israel, oprimido y desahuciado, no tuvo una mejor idea que hacerle
frente y cuestionarle sobre su comportamiento ¿extraño verdad? Después de todo,
seguían sin considerar la opción de volverse a Dios: ¡Pueblo duro! Su padre
contestó que si Baal era el dios verdadero, que se defendiera a sí mismo. Desde
ese momento a Gedeón se le conoció con el nombre de Ierubaal que significa “que
Baal se defienda”. (Jueces 6:19-24; 27-32)
Cuando
fue reconocido como líder, todo el pueblo se reunió para ir a la batalla con
Gedeón, pero de esos solo quedaron 10.000. El Señor todavía le dijo que eran
muchos, y después de algunas pruebas quedaron 300. Esa es una prueba innata de
que Dios no iba a vencer por las fuerzas del pueblo, sino por su propia fuerza,
toda la gloria era del Señor, Él era el que pelearía la batalla. (Jueces
7:1-7)
Gedeón
solo llevo consigo a trescientos hombres, trompetas y cántaros con una antorcha
encendida dentro, uno por cada hombre. Así, estando en el campamento enemigo,
Gedeón ordenó a sus hombres tocar las trompetas, romper sus cántaros, y de esta
forma los madianitas huyeron temerosos y fueron masacrados por los israelitas,
¡Dios le había dado la victoria ante un enemigo que parecía invencible! (Jueces
7:16-25)
Después
de esta y de otras victorias, el pueblo se regocijó y se alegró de tal manera
que quiso hacer de Gedeón su rey. Pero el Juez del Señor rehusó tal petición
diciendo que: Sólo Dios merecía la gloria, sólo Dios era el rey de Israel. (Jueces
8:22-23)
Gedeón
caminó desde la desobediencia, idolatría y su enfado con Dios, hasta su
obediencia ciega y un envidiable sometimiento a la voz de Dios. No fue por sus
fuerzas, ni las del pueblo, la victoria venía solamente de Dios. Si ellos
andaban en sus caminos, si ellos le daban toda la gloria y obediencia a Dios,
Él estaría de su parte y los salvaría de cualquier circunstancia.
Que nos
enseña la historia de Gedeón
1 1) Pertenecer
al pueblo de Dios no te exime de problemas y circunstancias difíciles, el
enemigo siempre estará acechando para oprimirte y así llevarse tu gozo, alegría
y fe en Dios.
2 2) Que jamás
hay que perder la fe en Dios. Debemos poner siempre nuestra adoración y nuestra
confianza en él, nunca apartarnos a otros dioses de este mundo. Si lo hacemos,
los problemas, representados por los madianitas (enemigos, problemas) te harán
esclavos y caminaras entre miserias. (Jueces 6:1)
3 3) Nuestro
cántaro (vida) debe ser quebrada por Dios. El cántaro se refiere al
quebrantamiento de la persona cuando tiene un encuentro personal con el Señor. Representa
una vida humilde, que reconoce que es Dios quien te usa, que todo los dones y
talentos vienen de Dios, que el poder y la gloria provienen de Él. El Señor
debe romper nuestras vidas pasadas para hacerlas nuevas. ¿estamos dispuestos a
destruirlas? (Salmo 51:7)
4 4) Las
antorchas son la unción del Espíritu Santo. Debemos estar siempre andando en el
Espíritu, obedeciendo al Señor, confiando en Él. Esa es la vida de poder. Que a
pesar de todos los problemas y circunstancias difíciles, el Espíritu de Dios
está con nosotros para darnos la victoria y la guía ante cualquier problema. Tu
vida debe estar llena del Espíritu Santo para derrotar el poder de tus
enemigos. (Romanos 8:26)
5 5) La trompeta.
Una vida de alabanza y de exaltación a Dios. No hay cabida para nada más. La
trompeta anuncia una vida que alaba, que se exalta ante Dios, una vida en
gratitud que pregona el bien del Dios de los ejércitos. Tú eres el Templo del
Espíritu de Dios, y tu trompeta debe ser lo que demuestras al mundo: ¡Cristo me
salvó! ¡Cristo es mi Señor! Es a través de una vida en alabanza que se puede
derrotar cualquier poder del enemigo. (Efesios 6:10; Salmo 50:14; 99:3; 100:4;
Éxodo 15:11).
Conclusión
Una
vida quebrantada, humillada ante Dios, es una vida que confía en la Palabra del
Dios Vivo. A pesar de los problemas y de la multitud de enemigos que se pongan
a nuestro rededor, nosotros pregonamos alabanza en el Espíritu Santo, que nos
da la victoria en la Cruz de Cristo. Así, no habrá poder, necesidad o angustia que
te aparte del Dios Santo y pueda destruirte. Esta confianza en Dios, nos da la
firmeza ante los obstáculos, la firmeza y la confianza que se necesita para
obtener la victoria. (v.21) Tus problemas saldrán huyendo de delante de Dios,
huyendo y a gritos.
Hebreos
11:32-33 dice que Gedeón fue un hombre de fe, que fue
por esta fe que se sometieron reinos, hicieron justicia y alcanzaron las
promesas. Gedeón creyó a Dios y venció. Confió en el Señor y Dios le dio la
victoria, porque Él lucho por su Pueblo.
¿Estás preparado para quebrar tu
vida ante Dios y confiar en Él? Él te dará la victoria por medio de la Fe.