Hebreo:
Los
hebreos (del latín hebræus, éste del hebreo ‘ibrī, y éste quizá del acadio ẖapiru[m], “paria”) fueron un antiguo
pueblo semita del Próximo Oriente y ancestros de los israelitas y los judíos.
Según la Biblia y las tradiciones hebraicas, los hebreos son originarios de
Mesopotamia, de Ur en Caldea. Eran nómadas, vivían en tiendas, llevando manadas
de cabras y ovejas, utilizando asnos, mulas y camellos como portadores. Una
crisis económica pudo impulsar a Terah, padre de Abraham, a dejar la ciudad
para ir a la de Harran, en el Alto Éufrates. De allí, algunos de ellos emigran
hacia Canaán, prometido por Dios, según la Biblia, a los descendientes del
patriarca Abraham (c. 1750 adC).
Israelita:
En
la antigüedad, se llamó israelita al pueblo que se formó de la descendencia de
Israel o Jacob, de sus 12 hijos surgió el pueblo de Israel, la nación de
Israel.
Israelí: Es el
término que define la nacionalidad de todos aquellos individuos nacidos en el
Estado de Israel o que son ciudadanos del mismo. Por lo tanto, un individuo
judío nacido en México no puede ser israelí ya que su nacionalidad es mexicana.
Así pues, siendo “israelí” un concepto que define la nacionalidad, se puede
hablar de israelíes musulmanes, cristianos o judíos.
Judío: Es
todo aquel que profesa la religión judía, haya nacido o no en Israel. El pueblo
judío es un grupo étnico descendiente de los antiguos israelitas del Oriente
Próximo. La religión constituye, por tanto, un aspecto de la pertenencia étnica
al pueblo judío, así también como prácticas culturales, sociales, lingüísticas,
etc. La definición precisa de judío es controvertida y puede variar dependiendo
de que se haga mayor énfasis en la identidad religiosa o en la secular (étnica
y sociológica). De acuerdo con la legislación judía, judío es aquel que: a) es
hijo de madre judía (ley que deriva una interpretación del pasaje de
Deuteronomio 7:3-4) o b) aquella persona que se convierte formalmente al
judaísmo bajo la supervisión halájica de un reconocido Bet Din (corte judía o
tribunal rabínico) presidida por tres dayanim (jueces). Este proceso de
conversión está desarrollado en textos legales judíos, tales como el Talmud, el
Shulján Aruj y las interpretaciones de la ortodoxia rabínica.
Pérdida
de la condición de judío: De acuerdo con la ley judía (Halajá), no
existe modo de perder el judaísmo. Quien nace judío o se convierte, no pierde
su condición de judío incluso después de cometer uno de los tres peores
pecados: paganismo, asesinato o aberraciones sexuales. Baruch Spinoza, Uriel da
Costa son algunos de los judíos más importantes que fueron depurados. Marx y
Freud vivieron algo parecido. Cabe acotar que, de acuerdo con la ley judía,
existen caminos para ser aceptado nuevamente en la comunidad, y esto marca el
hecho de que, según ésta, no existe pérdida de la judeidad.
Fuente:http:espanaisrael.blogspot.com.es